La Guerra de Corea fue un conflicto que tuvo lugar entre 1950 y 1953 en la península de Corea, que estaba dividida en dos partes: Corea del Norte, liderada por Kim Il Sung y apoyada por la Unión Soviética; y Corea del Sur, bajo el mando de Syngman Rhee y respaldada por Estados Unidos.
La división de Corea se remonta a la rendición de Japón al final de la Segunda Guerra Mundial en 1945. En aquel entonces, la península de Corea estaba bajo dominio japonés y tras la derrota de Japón, se acordó dividir el país en dos zonas de ocupación: al norte del paralelo 38 quedó la zona soviética y al sur la zona controlada por Estados Unidos. Esta división sentó las bases para el conflicto que estallaría años más tarde.
El 25 de junio de 1950, Corea del Norte lanzó una invasión sorpresa a Corea del Sur con el objetivo de unificar la península bajo el régimen comunista de Kim Il Sung. Las fuerzas norcoreanas lograron rápidamente avanzar hacia el sur y tomar Seúl, la capital de Corea del Sur, en cuestión de días.
Ante la agresión norcoreana, Estados Unidos presionó al Consejo de Seguridad de la ONU para que interviniera en el conflicto. Se aprobó una resolución que autorizaba el envío de fuerzas internacionales para defender a Corea del Sur. Así, más de 20 países participaron en la Guerra de Corea, liderados por Estados Unidos.
La Guerra de Corea se caracterizó por intensos combates en la península, con bombardeos, enfrentamientos terrestres y batallas en el mar. Ambas partes sufrieron grandes pérdidas humanas y materiales, y se vivieron momentos de gran tensión, como el avance de las tropas chinas en apoyo a Corea del Norte y la batalla en el paralelo 38.
Tras tres años de combates, se firmó un armisticio en Panmunjom el 27 de julio de 1953, que puso fin a las hostilidades en la península de Corea. Sin embargo, no se llegó a firmar un tratado de paz, por lo que técnicamente las dos Coreas siguen en guerra hasta el día de hoy.
La Guerra de Corea tuvo numerosas consecuencias tanto a nivel local como internacional. En primer lugar, se estableció una frontera fuertemente militarizada en el paralelo 38 que divide a las dos Coreas. Además, se produjo un fortalecimiento de la influencia de Estados Unidos en la región y un endurecimiento de la política anticomunista durante la Guerra Fría.
En cuanto a Corea del Norte, el régimen de Kim Il Sung se consolidó como un estado totalitario y aislado, mientras que Corea del Sur experimentó un crecimiento económico y una transición hacia la democracia en décadas posteriores.
La Guerra de Corea dejó un legado complejo en la historia de la península y en las relaciones internacionales. A pesar de que el conflicto armado cesó hace más de medio siglo, las tensiones entre las dos Coreas continúan presentes y la posibilidad de un conflicto abierto sigue latente.
Además, la Guerra de Corea se ha convertido en un tema de interés para la historiografía y la política internacional, sirviendo como ejemplo de las consecuencias devastadoras de la división de un país y de la intervención de potencias extranjeras en conflictos regionales.